Cuando en la tarde del 7 de noviembre empezaron a llegar los primeros cables acerca de la toma del poder de los bolcheviques en Rusia, Lima ya se encontraba conmocionada desde días atrás por otro acontecimiento: el escándalo del Cementerio. Dicho escándalo no sólo había conmocionado a la ciudad civil, sino también al Parlamento donde sus ecos se mezclaron con los debates parlamentarios. Entre los implicados se encontraba la bailarina Norka Rouskaya, y un grupo de periodistas y literatos. Uno de ellos, Juan Croniqueur, era reconocido como uno de los principales impulsores de esta 'profanación'. Este respondió a esta acusación señalando que se trataba de "un acto artístico", y más aún, de "un acto uncioso y santo".
Juan Croniqueur, seudónimo de José Carlos Mariátegui, era un periodista de reconocida trayectoria, dedicado en esos años al periodismo político y parlamentario desde el diario El Tiempo. Su trayectoria periodística que duró hasta 1919, estaba marcada por la polémica y el escándalo: polémica con Teófilo Castillo, escándalo del Cementerio, escándalo de los militares. Con las noticias de la Rusia revolucionaria, se declaró socialista y 'bolchevike; apoyó a obreros y estudiantes en las protestas sociales de 1919. Sobre las críticas que recibió escribió una carta a Ruth: "Ves que si no valiese algo, si fuese un mediocre como los demás, no sería posible que suscitase sórdidas hostilidades. (...) En el Perú hay que ser absolutamente mediocre para no ser detestado. El talento causa miedo y, por ende, reacción" (Roma, 6 de marzo de 1920).
¿Pretencioso el joven Mariátegui Tal vez. Pero este joven periodista que un día viajó a Europa y regresó 'marxista convicto y confeso', se había abierto camino en una ciudad tradicional y cucufata. Recordemos que Mariátegui era autodidacta, y que estaba orgulloso de ello. "Me he elevado del periodismo a la doctrina", escribió en lo más agrio de la polémica con Haya. Trabajando desde niño en el diario La Prensa, conoció y frecuentó a los más connotados jóvenes literatos de entonces: Yerovi, More, Bustamante y Ballivián, Valdelomar El Conde de Lemos. (¡Que diferencia con el periodismo de hoy!). Empezó de ayudante de obrero, de mensajero, de escritos, de pequeñas notas policiales y de lotería. El inicio formal de su carrera, como parte de la plana de redactores, fue en enero de 1914, donde el seudónimo Juan Croniqueur comenzó a circular en periódicos y revistas de Lima y sus provincias. Escribió sobre arte y literatura, el turf y el teatro, la vida cotidiana en Lima y la gran guerra que conmocionaba Europa. También tuvo la osadía, bajo la influencia del modernismo literario y Abraham Valdelomar, de escribir poesías y obras de teatro. Aunque no logró mucho éxito literario, se ganó varios de los corazones de jovencitas de la época.
Todos estos hechos comienzan ya a ser conocidos. La autodenonimada 'Edad de Piedra' ha empezado a dejar de ser un tema tabú. Hasta mediados de los años 80, pocos se atrevían a buscar en los archivos hemerográficos los textos de Juan Croniqueur. Pocos pensaban que tuviesen algún valor o aporte al conocimiento de José Carlos Mariátegui, marxista. No sólo se equivocaron en ello, sino que ahora se reconoce como indispensable para el conocimiento del hombre.
Estamos frente a una nueva 'moda'. Los estudios sobre la vida y obra de Mariátegui habían decaído en los últimos años con la crisis del socialismo real y la caída del muro de Berlín. Sin embargo, con la publicación en 8 volúmenes de los Escritos Juveniles entre 1987 y 1994 —a cargo del desaparecido Tauro del Pino—, se abre una nueva cantera de investigación. La conmemoración del centenario de su nacimiento —un 14 de junio de 1894 en la ciudad de Moquegua— ha dado el ambiente propicio y un nuevo impulso al interés por 'los años olvidados'. En los próximos meses y años, artículos y libros serán dedicados al tema. ¿Qué nueva imagen de Mariátegui tendremos? ¿La política dejará de ser el tema central de debate acerca de su obra? ¿La literatura y la religiosidad ocuparán su lugar? Es imposible responder hoy a estas preguntas.
Mariátegui empieza, pues, a ser redescubierto. Como en todos estos casos, se empieza con una primera etapa exploratoria anterior al perfilamiento de temas concretos. Algunos temas ya han sido trabajados por 'precursores' como Guillermo Rouillón, Edmundo Cornejo, Tauro del Pino, Carnero Checa, Juan Gargurevich; Elizabeth Garrels, entre otros. Aunque pocos de ellos han puesto interés en los escritos literarios y místicos. Se ha preferido los escritos sobre la política criolla de 1916-1919, más directamente vinculados a los escritos de 1923-1930. Es evidente que cada estudioso, cada investigador, tiene sus preferencias. Esperemos que el acrecentamiento del número de interesados lleve a una riqueza temática que enrumbe a una interpretación integral de su vida y obra. Porque caer en el otro extremo, el dejar de lado la llamada 'etapa madura', sería tan grave como el de haber dejado de lado sus 'escritos juveniles'.
Los estudios dedicados a la 'etapa madura' están plagados muchas veces de lugares comunes y clichés. El Perú y el mundo en que se enmarca, ha cambiado sustancialmente desde los años que le tocó vivir. Los grandes problemas nacionales han cambiado de forma, pero en esencia siguen siendo los mismos. Repensar los problemas actuales del Perú y del mundo de hoy a la luz de la obra de José Carlos Mariátegui debe ser, también, otra manera de redescubrirlo.
Juan Croniqueur, seudónimo de José Carlos Mariátegui, era un periodista de reconocida trayectoria, dedicado en esos años al periodismo político y parlamentario desde el diario El Tiempo. Su trayectoria periodística que duró hasta 1919, estaba marcada por la polémica y el escándalo: polémica con Teófilo Castillo, escándalo del Cementerio, escándalo de los militares. Con las noticias de la Rusia revolucionaria, se declaró socialista y 'bolchevike; apoyó a obreros y estudiantes en las protestas sociales de 1919. Sobre las críticas que recibió escribió una carta a Ruth: "Ves que si no valiese algo, si fuese un mediocre como los demás, no sería posible que suscitase sórdidas hostilidades. (...) En el Perú hay que ser absolutamente mediocre para no ser detestado. El talento causa miedo y, por ende, reacción" (Roma, 6 de marzo de 1920).
¿Pretencioso el joven Mariátegui Tal vez. Pero este joven periodista que un día viajó a Europa y regresó 'marxista convicto y confeso', se había abierto camino en una ciudad tradicional y cucufata. Recordemos que Mariátegui era autodidacta, y que estaba orgulloso de ello. "Me he elevado del periodismo a la doctrina", escribió en lo más agrio de la polémica con Haya. Trabajando desde niño en el diario La Prensa, conoció y frecuentó a los más connotados jóvenes literatos de entonces: Yerovi, More, Bustamante y Ballivián, Valdelomar El Conde de Lemos. (¡Que diferencia con el periodismo de hoy!). Empezó de ayudante de obrero, de mensajero, de escritos, de pequeñas notas policiales y de lotería. El inicio formal de su carrera, como parte de la plana de redactores, fue en enero de 1914, donde el seudónimo Juan Croniqueur comenzó a circular en periódicos y revistas de Lima y sus provincias. Escribió sobre arte y literatura, el turf y el teatro, la vida cotidiana en Lima y la gran guerra que conmocionaba Europa. También tuvo la osadía, bajo la influencia del modernismo literario y Abraham Valdelomar, de escribir poesías y obras de teatro. Aunque no logró mucho éxito literario, se ganó varios de los corazones de jovencitas de la época.
Todos estos hechos comienzan ya a ser conocidos. La autodenonimada 'Edad de Piedra' ha empezado a dejar de ser un tema tabú. Hasta mediados de los años 80, pocos se atrevían a buscar en los archivos hemerográficos los textos de Juan Croniqueur. Pocos pensaban que tuviesen algún valor o aporte al conocimiento de José Carlos Mariátegui, marxista. No sólo se equivocaron en ello, sino que ahora se reconoce como indispensable para el conocimiento del hombre.
Estamos frente a una nueva 'moda'. Los estudios sobre la vida y obra de Mariátegui habían decaído en los últimos años con la crisis del socialismo real y la caída del muro de Berlín. Sin embargo, con la publicación en 8 volúmenes de los Escritos Juveniles entre 1987 y 1994 —a cargo del desaparecido Tauro del Pino—, se abre una nueva cantera de investigación. La conmemoración del centenario de su nacimiento —un 14 de junio de 1894 en la ciudad de Moquegua— ha dado el ambiente propicio y un nuevo impulso al interés por 'los años olvidados'. En los próximos meses y años, artículos y libros serán dedicados al tema. ¿Qué nueva imagen de Mariátegui tendremos? ¿La política dejará de ser el tema central de debate acerca de su obra? ¿La literatura y la religiosidad ocuparán su lugar? Es imposible responder hoy a estas preguntas.
Mariátegui empieza, pues, a ser redescubierto. Como en todos estos casos, se empieza con una primera etapa exploratoria anterior al perfilamiento de temas concretos. Algunos temas ya han sido trabajados por 'precursores' como Guillermo Rouillón, Edmundo Cornejo, Tauro del Pino, Carnero Checa, Juan Gargurevich; Elizabeth Garrels, entre otros. Aunque pocos de ellos han puesto interés en los escritos literarios y místicos. Se ha preferido los escritos sobre la política criolla de 1916-1919, más directamente vinculados a los escritos de 1923-1930. Es evidente que cada estudioso, cada investigador, tiene sus preferencias. Esperemos que el acrecentamiento del número de interesados lleve a una riqueza temática que enrumbe a una interpretación integral de su vida y obra. Porque caer en el otro extremo, el dejar de lado la llamada 'etapa madura', sería tan grave como el de haber dejado de lado sus 'escritos juveniles'.
Los estudios dedicados a la 'etapa madura' están plagados muchas veces de lugares comunes y clichés. El Perú y el mundo en que se enmarca, ha cambiado sustancialmente desde los años que le tocó vivir. Los grandes problemas nacionales han cambiado de forma, pero en esencia siguen siendo los mismos. Repensar los problemas actuales del Perú y del mundo de hoy a la luz de la obra de José Carlos Mariátegui debe ser, también, otra manera de redescubrirlo.
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