martes, 2 de junio de 2009

Hablan los nietos - Oiga 16/06/1994

Aldo Mariátegui Bosse (29 años)
HIJO de Sigfrido. Graduado como abogado en la Universidad Cató­lica. Siguió estudios de Cien­cias Políticas en España y realizó un master de periodismo en el diario El País. Se dedica a la investigación...

¿Qué destacarías del legado de Ma­riátegui?
–Sus cualidades personales, tan es­casas en el Perú de hoy, como la inte­gridad, sensibilidad artística y social, buena pluma, tesón, honradez, tole­rancia y sobre todo, decencia.

Estás escamoteando la pregunta central. Mariátegui fue nuestro primer pensador marxista y aplicó el aná­lisis marxista a la realidad nacional...

–Todos sabemos que el marxismo es irrealizable y no pasa de ser una utopía. El pensamiento de Mariátegui también lo es. A él lo deslumbró el socialismo de los veinte. No vivió las terribles purgas soviéticas de finales de los años treinta ni supo de los crímenes de Stalin ni de la absurda 'revolución cultural' china. Dudo que Mariátegui seguiría siendo marxista-leninista des­pués de tanta barbarie. Creo que su mito está ahora manchado con dema­siada sangre e infamia.

Eso va a sonar muy duro. Mariáte­gui fundó el socialismo peruano y es una especie de tótem para nuestras izquierdas...
–Yo creo que Mariátegui criticaría la demagogia y falta de preparación que hay en nuestras izquierdas y se sentiría consternado que su nombre sea utiliza­do como logo por un partido político. Si la izquierda quiere hacerle un home­naje a Mariátegui, sugiero que publi­quen un manifiesto donde se pida al gobierno cubano la liberación de todos los presos políticos, inmediata libertad de prensa y de asociación y la convoca­toria a elecciones generales supervisa­das por la ONU. Así demostrarían te­ner una valentía y madurez que haría sentirse orgulloso a Mariátegui.

Históricamente, ¿cómo lo ubica­rías...?
–En la galería de los grandes héroes civiles, junto a personajes como Busta­mante y Rivero o José Gálvez, el héroe del 2 de mayo. Su pureza, su entrega y su lucha desinteresada creo que tras­ciende lo meramente ideológico. Y para un país como el nuestro, el ejem­plo de un héroe civil vale más que mil espadas o millones de dólares.

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