martes, 2 de junio de 2009

Vidas paralelas – Mariátegui y C.A. Ugarte - por Pedro Planas - Oiga, 13/06/1994

La efectiva contribución de Mariátegui a la interpretación social del Perú aún no está en condiciones de evaluarse. Las múltiples exége­sis realizadas a los '7 Ensayos' suelen comenzar en el texto y terminar en él, cual si no hubiesen, en la misma época, otros aportes de valía que hay necesi­dad de contrastar. En virtud de esta unilateralidad, la exaltación del pensa­miento de Mariátegui resulta inevitable. Y queda garantizada.

Sólo apelando a una lectura horizontal, que coloque en la balanza los diagnósticos y planteamientos conteni­dosarchivo revista oiga, compilador, director, editor, federico more barrionuevo, hemeroteca, jhon bazan, jhon bazan aguilar, jose carlos mariategui, jose carlos mariategui la chira, pedro planas silva en los '7 Ensayos' con aquellas que circulaban y se difundían en su época, y que Mariátegui conoció, abrirá paso a veredicto mesurado respecto a la con­tribución realizada por Mariátegui, sin resbalar en las acostumbradas exalta­ciones de antaño.

Obsérvese que no estamos refirién­donos a la validez que pueda otorgarse ahora, hacia 1994, a los '7 Ensayos'. Nos referimos a un proceso de contras­te aparentemente más sencillo: verifi­car, en el contexto de los aportes perua­nistas de la década del veinte, cuáles fueron los planteamientos originales o novedosos cuya autoría corresponda reconocer al autor del libro más leído y difundido del Perú.

Carlos Franco, en su estupendo es­tudio sobre el pensamiento indigenista de Castro Pozo, ha avanzado en esa dirección. Sus conclusiones, suscepti­bles de anticiparse en la lectura medita­da de los aportes de Castro Pozo, han provocado algunos explicables disgus­tos. Pero, hay que preguntarse, hones­tamente, ¿es audaz afirmar, acaso, que Castro Pozo, autor de Nuestra comunidad indígena (1924), tuvo una aproximación más realista y certera al problema indígena que José Carlos Ma­riátegui? ¿No puede suponerse audaz, más bien, haber limitado tanto tiempo la apreciación del problema indígena a lo registrado en los '7 Ensayos', silen­ciando o minimizando el estudio que publicó tempranamente Castro Pozo, y que fue resultado de su experiencia directa con las comunidades indíge­nas? La respuesta resulta tan obvia, que hasta parece embarazoso tener que in­sinuarla.

En esa lectura horizontal de los plan­teamientos peruanistas formulados en la década del veinte, la obra de César Antonio Ugarte ocupará un lugar privi­legiado. Cercano amigo de Mariátegui desde 'Nuestra Época'. Ugarte nació en el Cusco, en 1895. Aunque un año menor puede afirmarse que fueron es­trictamente coetáneos. Ambos, con Félix del Valle y César Falcón, fundan en mayo de 1918 la efímera revista 'Nuestra Época', hito trascendente en la biografía del Amauta porque fue ahí cuando se despojó del seudónimo Juan Croniqueur y pidió a Dios y a los lecto­res por todos los pecados cometidos con ese seudónimo. En esta primera convergencia, cuando Ugarte precisa­mente había publicado un estudio sobre las comunidades indígenas y el proble­ma agrario peruano, se percibe, en ambos, diagnósticos y propuestas co­munes. Un estudio de Ugarte sobre el anquilosamiento de los partidos políti­cos, publicado en el primer número de 'Nuestra Época', es ampliado y reforza­do por Mariátegui en el número siguiente, con expresa mención al cusqueño. Ambos polemizan, entonces, con Man­zanilla, que postulaba la renovación del sistema de partidos.

El viaje a Italia de Mariátegui, escin­de temporalmente las biografías. Pero, a su retorno al Perú, habrá encontrado a Ugarte como secretario de redacción de la revista Mercurio Peruano. Y en esta revista, habrá leído los sugerentes estudios que ya publicaba el escritor cusqueño. Por ejemplo: 'La propiedad agraria en el Perú' ('Mercurio Peruano' Nº 53-54, nov-dic 1922), analizando las virtudes e inconvenientes surgidos en las reformas apli­cadas en países como Rumania, Bulga­ria y Checoslovaquia, alertando las ra­zones de su fracaso, a fin de no repetir los mismos errores.

En esa línea de estudios continúa Ugarte entre abril de 1923 y agosto de 1925, cuando Mariátegui, que ya se encuentra ejerciendo el periodismo en Lima, aún no hace suya la columna 'Peruanicemos al Perú'. En ese período, en el que podemos imaginar un nuevo punto de convergencia el ambiente cul­tural de la época, Ugarte publica nuevos ensayos en 'Mercurio Peruano: historia económica y financiera del Perú, política agraria en la República, hacienda pública colonial, organización econó­mica del Incario, etc. Si bien algunos de estos trabajos se incorporaron, ampliados, a su libro 'Boceto de la Historia Económica del Perú' (1926), debemos suponer que Mariátegui siguió con aten­ción la publicación de estos ensayos dedicados a la evolución económica del Perú.

Como, se sabe, el tercer ensayo de Mariátegui ('El problema de la tierra') fue publicado originalmente en la revis­ta Mundial, en la columna 'Peruanice­mos al Perú', entre abril y junio de 1927. Numerosos de sus juicios se apo­yan en el estudio económico de Ugarte, publicado el año anterior como libro. Aparentemente, esta preocupación te­mática común puede calificarse como un nuevo punto de convergencia. Res­taría lo más importante: el contraste entre ambos diagnósticos.

¿Cómo valoró la revista Amauta, que circulaba desde setiembre de 1926, al libro de historia económica publicado por Ugarte? La reseña estuvo a cargo de Carlos Manuel Cox y su principal, aunque no único cuestionamiento, se dirige al prólogo del libro. En él, Ugarte había distinguido entre la innegable pre­ponderancia de los factores económi­cos en la historia política y social y la unilateralidad que se derivaba del uso del materialismo histórico como herra­mienta de análisis. Las reservas de Ugar­te respecto al materialismo histórico son calificadas por Cox, quien cita en dos oportunidades a Mariátegui, como una 'liviandad'. Este nuevo punto de conver­gencia ya perfila una nítida divergencia entre la orientación social de los estudios de Ugarte y la orientación que Mariátegui formulaba desde 'Amauta', como 'revista de vanguardia'.

La siguiente divergencia, aunque no está vinculado a estudios peruanistas, se produjo en la propia revista Amauta. Al parecer, Mariátegui invitó a Ugarte a escribir para 'Amauta' un completo estudio (his­tórico, económico, ideológico, político y social) del régimen soviético fechado en enero de 1929, que fue publicado en dos entregas: 'Amauta' Nº 20 (enero de 1929; pp. 1-12) y 'Amauta' Nº 21 (febrero-marzo de 1929; pp. 45-62). Desde el inicio, se presenta Ugarte como un simple estudio­so, totalmente aséptico. La obra realizada en Rusia es un gran experimento social "y no debe ser ignorada por ningún hombre culto, cualquiera que sea su orientación intelectual". Sin embargo, al finalizar, in­cluyó unas 'apreciaciones críticas', destina­das particularmente a poner en cuestión la concepción leninista de "dictadura del pro­letariado". Sostiene que será el progreso educativo y político de las clases trabajado­ras y la participación cada vez más efectiva y vigorosa del pueblo en el gobierno, la que logrará conciliar socialismo y democracia. Y, tras comparar al fascismo y al comunis­mo soviético como expresiones de la des­orientación espiritual de la época y del caso generado por la guerra, previene que una dictadura, cualquiera sea, corre siempre el riesgo de perpetuarse y de cometer injusti­cias y arbitrariedades, que hacen imposible la conciliación del socialismo con las liber­tades democráticas.

La convergencia, en este caso, produce una nueva divergencia. Estas apreciaciones críticas, aparecen marcadas por una larga nota de redacción, suscrita con las iniciadas de Mariátegui. El contraste entre ambas posiciones no puede ser más suge­rente. Sostiene Mariátegui que, leídas es­tas críticas de Ugarte, las diferencias son 'obvias' para los lectores y plantea un con­junto de reparos a los 'prejuicios' de Ugar­te, a quien sin embargo le reconoce hones­tidad y seriedad en sus juicios. Suponemos que lo de 'obvias' debe vincularse al trabajo 'Defensa del marxismo' que Mariátegui publicaba en esas mismas fechas, por entregas, y donde se apreciaban frontales cuestionamientos hacia Henri de Man y otros autores que probablemente estuvie­sen próximos a los principios que César Antonio Ugarte defendía en la conclusión de su estudio.

Esta última divergencia parece suma­mente útil para conocer la efectiva repercusión que tuvieron las tendencias sociales de la época en el Perú y las posiciones, influencias y autonomías asumidas por cada quien. Aparentemente, la mejor, ma­nera de 'ubicar históricamente' a Mariáte­gui, amainado las inevitables diferencias que emanan de la interpretación, será em­prendiendo una lectura horizontal que es­timule el contraste entre los planteamien­tos y las reacciones habidas en su propia generación, en la década del veinte. De este modo podrá evitarse, además, la vieja costumbre de hacer de Mariátegui una suer­te de mecanismo de proyección que inevi­tablemente culmina en una exitosa identificación política –y hasta personal – con el Amauta N° 17.

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